INTRODUCCIÓN.
En este capítulo pretendemos familiarizar al alumnado con los elementos del curriculum, es decir, con aquellos aspectos que ha de tener en cuenta cuando quiera llevar a la práctica su actividad docente: ¿Qué quiero enseñar y qué quiero que aprendan mis alumnos y alumnas? ¿Cómo voy a enseñárselos? ¿Cuándo debo enseñar cada cuestión? ¿Qué, cómo y cuándo he de evaluar? La forma en que concibamos la educación y el conocimiento que tengamos sobre cómo programar, influirán decisivamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por otra parte, queremos hacer consciente al lector de la existencia de unos condicionantes, que van a determinar la respuesta a dichas preguntas. Nos estamos refiriendo a los aspectos sociológicos, psicológicos, epistemológicos y pedagógicos, que se irán explicando a lo largo del capítulo.
Confiamos en que, finalizado el estudio y el trabajo sobre este tema, el discente se sienta en condiciones de poder acometer la tarea de planificar, de forma coherente y completa.
EL TÉRMINO CURRÍCULUM: ORIGEN Y SIGNIFICADO
En este capítulo pretendemos familiarizar al alumnado con los elementos del curriculum, es decir, con aquellos aspectos que ha de tener en cuenta cuando quiera llevar a la práctica su actividad docente: ¿Qué quiero enseñar y qué quiero que aprendan mis alumnos y alumnas? ¿Cómo voy a enseñárselos? ¿Cuándo debo enseñar cada cuestión? ¿Qué, cómo y cuándo he de evaluar? La forma en que concibamos la educación y el conocimiento que tengamos sobre cómo programar, influirán decisivamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por otra parte, queremos hacer consciente al lector de la existencia de unos condicionantes, que van a determinar la respuesta a dichas preguntas. Nos estamos refiriendo a los aspectos sociológicos, psicológicos, epistemológicos y pedagógicos, que se irán explicando a lo largo del capítulo.
Confiamos en que, finalizado el estudio y el trabajo sobre este tema, el discente se sienta en condiciones de poder acometer la tarea de planificar, de forma coherente y completa.
EL TÉRMINO CURRÍCULUM: ORIGEN Y SIGNIFICADO
El término curriculum procede del vocablo latín currere, que significa carrera. Se refiere al recorrido que debe ser realizado. Su uso pedagógico hay que situarlo en el mundo anglosajón, tal como indica Bolívar (1999: 34) “tiene lugar a comienzos del XVII en las universidades protestantes (calvinistas) holandesas y escocesas, entendiéndolo como el curso completo multianual que seguía cada estudiante: designaba, así, la ordenación sistemática de disciplinas durante los años que durase la carrera”. Se asociaba, por tanto, a aquello que los alumnos estudiaban, al conjunto de asignaturas que debían cursar.
Otra acepción del término curriculum lo considera “el conjunto de experiencias vividas por los profesores y alumnos bajo la tutela de la escuela” (Pérez, A., 1992: 29). A esta interpretación (“experiencias vividas”) asociamos el término tan conocido por todos “curriculum vitae”, en el cual se recogen las diferentes vivencias que ha ido teniendo cada sujeto.
En la actualidad el concepto se recoge en los diversos documentos legislativos de manera explícita, dándole un significado claro dentro del sistema educativo. Hoy día, entendemos por curriculum el “conjunto de objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada uno de los niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo, que regulan la práctica docente” (LOGSE, Art. 4 y LOCE, Art. 8). La LOE, cuando define el curriculum en su Capítulo III, Art. 6, incluye, además de todo lo anterior, las “competencias básicas” de cada una de las enseñanzas.
A fin de poder trabajar de manera adecuada dicho curriculum, se hace necesaria la planificación, organización, estructura y ordenación de todos los elementos, a través de la programación.
Otra acepción del término curriculum lo considera “el conjunto de experiencias vividas por los profesores y alumnos bajo la tutela de la escuela” (Pérez, A., 1992: 29). A esta interpretación (“experiencias vividas”) asociamos el término tan conocido por todos “curriculum vitae”, en el cual se recogen las diferentes vivencias que ha ido teniendo cada sujeto.
En la actualidad el concepto se recoge en los diversos documentos legislativos de manera explícita, dándole un significado claro dentro del sistema educativo. Hoy día, entendemos por curriculum el “conjunto de objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada uno de los niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo, que regulan la práctica docente” (LOGSE, Art. 4 y LOCE, Art. 8). La LOE, cuando define el curriculum en su Capítulo III, Art. 6, incluye, además de todo lo anterior, las “competencias básicas” de cada una de las enseñanzas.
A fin de poder trabajar de manera adecuada dicho curriculum, se hace necesaria la planificación, organización, estructura y ordenación de todos los elementos, a través de la programación.
LAS FUENTES DEL CURRICULUM Y SU INFLUENCIA EN LA PROGRAMACIÓN.
Hay que considerar que la programación del curriculum no se desarrolla en el vacío. La enseñanza siempre acontece en un lugar determinado, en el que intervienen unas personas concretas, con unas características específicas, para transmitir unos contenidos, con una metodología y unos recursos particulares. Es por esto que la Pedagogía considera que, en el acto de enseñar, no sólo se deben conocer los elementos del curriculum, sino también los condicionantes o determinantes del mismo, de los cuales nos informan: la fuente sociológica (analizando aspectos sociocomunitarios), la fuente psicológica (cuando tenemos en cuenta conocimientos aportados por la psicología evolutiva y la psicología del aprendizaje), la fuente epistemológica (aquella que explica las cuestiones científicas referidas a la disciplina que vamos a enseñar) y la fuente pedagógica (que nos hace ver la importancia de nuestra programación en el seno de la Organización Escolar).
Podríamos representar de forma gráfica lo que acabamos de decir de la siguiente manera:
Con esta imagen queremos explicar que, a la hora de enseñar, debemos tener en cuenta:
- El contexto donde se va a llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje y las características socio-culturales del mismo y de las personas que en él viven (fuente sociológica). No es lo mismo trabajar en un centro que se halla en una zona deprimida socialmente, con falta de recursos culturales, con problemáticas sociales de absentismo o delincuencia, por ejemplo, que trabajar en un centro cuya zona es rica en recursos culturales, donde el alumnado asiste habitualmente a las aulas y donde no se detectan graves situaciones de delincuencia. Son, evidentemente, contextos diferentes que reclaman una intervención educativa adecuada a cada situación.
- Las características psicoevolutivas del alumnado. Tampoco es lo mismo, por seguir con los ejemplos, enseñar a niños de educación infantil, que tienen un pensamiento egocéntrico, sincrético, fenoménico e intuitivo, con una moral heterónoma, guiada por el adulto, que enseñar a jóvenes de secundaria, que presentan un pensamiento lógico-formal y tienen ya una moral autónoma. Es muy importante que el docente conozca las características psicológicas de su alumnado para poder adecuar mejor la enseñanza, para establecer relaciones entre lo que ya saben y lo que les quiere enseñar y conseguir, así, aprendizajes significativos. La fuente psicológica ofrece conocimientos referidos a Psicología Evolutiva y Psicología del Aprendizaje.
- Además, es aconsejable que el profesorado conozca en profundidad la materia que debe enseñar, la ciencia o disciplina que va a impartir (la fuente epistemológica) y de qué manera se trabaja según la etapa en que desempeñe su labor docente (en Infantil y Primaria se prefiere la globalización, mientras que en Secundaria se suele trabajar de manera interdisciplinar). Diversas didácticas específicas (“didáctica de la matemática”, “didáctica de las ciencias sociales”, “didáctica del inglés”, etc.) nos ayudan a saber cómo estructurar la materia en función del curso en que nos encontremos y del alumnado a quien vayamos a formar.
- Por último, la fuente pedagógica nos informa sobre la mejor manera de llevar a la práctica el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos ofrece, entre otros, conocimientos de didáctica general (de cómo enseñar, cómo programar, cómo atender la diversidad, qué estrategias y técnicas utilizar), de organización escolar (de cómo se organizan los centros, qué normativa los rige, qué documentos reflejan dicha organización o estructura –el Proyecto Educativo de Centro, el Plan General Anual, el Proyecto Curricular de Centro, las Programaciones de Aula, las Adaptaciones Curriculares Significativas, el Plan de Acción Tutorial, el Reglamento de Régimen Interior, los niveles de concreción del curriculum, etc.)
Cuando el docente es consciente de los factores determinantes del curriculum, cuando los conoce y tiene presentes, es cuando se encuentra en condiciones de poder realizar su propia programación de forma adecuada, ajustada a la realidad con la que va a trabajar y que pretende optimizar. Sólo así será capaz de plantear objetivos adecuados, de elegir contenidos apropiados, de recurrir a una metodología eficaz y de utilizar recursos o proponer actividades que resulten interesantes a los alumnos con los que va a interactuar. Además, será más consciente de la necesidad de realizar una evaluación continua y formativa de todo el proceso.
Por otra parte, en su trabajo, debe considerarse miembro de un centro y de una sociedad. La labor docente no puede desentenderse de su función social. Por ello, es conveniente que todo profesor conozca los niveles de concreción del curriculum y sepa dar coherencia a su tarea.
3. NIVELES DE CONCRECIÓN DEL CURRICULUM
En nuestro país, el curriculum se estructura en varios niveles de concreción.
- En el primero de ellos, el Estado o la Administración indica cuáles son las enseñanzas básicas y el curriculum que debe alcanzar todo ciudadano. Así, el MEC elabora el Diseño Curricular Base (DCB) y lo publica a través de Reales Decretos. Posteriormente, las Comunidades Autónomas que tienen competencias educativas plenas lo concretan, mediante la publicación de Decretos del Curriculum (en el caso de la educación secundaria: Decreto 47/1992 modificado por el Decreto 39/2002).
- A continuación cada centro procura adaptar a su propia realidad sociocultural el curriculum explicitado por su Comunidad Autónoma y por el Ministerio y elabora su Proyecto Curricular de Centro (PCC) el cual supone el segundo nivel de concreción. Gairín, (1997: 19) lo define como el “documento técnico-pedagógico elaborado por los profesores, que explicita el qué, cómo y cuándo se debe enseñar a los alumnos, a la vez que establece los criterios sobre qué, cómo y cuándo evaluar sus adquisiciones”.
- El tercer nivel lo constituyen las Programaciones de Aula, en las cuales cada docente adapta el PCC a las características propias del alumnado de su aula (en ocasiones existe gran diferencia entre los asistentes a la clase de 1º A, por ejemplo, y los de 1º B y sus diferencias aconsejan que en un aula el docente utilice unos recursos o una metodología o plantee unas actividades distintas a las que son pertinentes con el otro grupo).
- Por último, el cuarto nivel de concreción del curriculum lo constituyen las Adaptaciones Curriculares, que pretenden responder a las necesidades de aprendizaje de cada alumno. En Educación Infantil y Primaria podemos hablar de tres tipos de adaptaciones (Orden del 16 de julio de 2001 de la Conselleria de Educación por la que se regula la atención del alumnado con necesidades educativas especiales en los centros de Educación Infantil y Primaria): Adaptaciones Curriculares Individuales Significativas (ACIS), son una propuesta de planificación adaptada a sujetos que presentan necesidades educativas especiales, que les apartan significativamente (en un ciclo o más) del resto del grupo; en ellas se modifican sustancialmente objetivos, contenidos o criterios de evaluación respecto al curriculum ordinario que les corresponde por edad cronológica; Adaptaciones Curriculares no significativas (AC) en las que principalmente se alteran otros elementos del curriculum tales como actividades, recursos o metodología y Adaptaciones de Acceso al Curriculum, “destinadas a facilitar el acceso al aprendizaje a alumnos con necesidades especiales, derivadas generalmente de deficiencias motoras o sensoriales” (Sánchez, P., 2005: 85); estas últimas generalmente consisten en eliminar barreras arquitectónicas, adquirir materiales específicos (por ejemplo ordenadores o mesas especiales para alumnado con parálisis cerebral) o solicitar el apoyo de personal especializado (como fisioterapeutas, educadores o personal cualificado de alguna organización, como la ONCE).
En Educación Secundaria, la Orden de 18 de junio de 1999 de la Conselleria de Cultura, Educación y Ciencia establece el Plan de atención a la diversidad, el cual debe contemplar unas medidas de carácter general y otras específicas. Las primeras son: la concreción del curriculum, la organización de la opcionalidad, la organización de actividades de refuerzo, medidas educativas complementarias para que el alumnado permanezca un año más en el mismo curso y medidas de Orientación educativa, psicopedagógica y profesional y tutoría. Las medidas específicas son: las Adaptaciones Curriculares Individuales Significativas (ACIS), las adaptaciones de acceso al curriculum, los programas de diversificación curricular y los programas de adaptación curricular en grupo. Recientemente, la Orden de 14 de marzo de 2005 (DOGV 4985, de 14 de abril de 2005) regula la atención al alumnado con necesidades educativas especiales escolarizado en centros que imparten educación secundaria.
CONCEPTO DE PROGRAMACIÓN.
Desde el punto de vista etimológico el término programa se deriva de “pro-grapho”, que significa escribir algo previamente, es decir, anunciar por escrito. Así pues, “programar consiste en realizar un proyecto que anuncia y declara por escrito lo que se piensa realizar” (Bernardo, J. 2004: 143). Necesariamente, dada la complejidad del acto educativo y de la naturaleza humana, la programación será abierta y flexible, a fin de poderse adaptar a las diversas circunstancias, cambiando o ajustando los elementos planificados y además la programación será realista, por cuanto se ajustará a las condiciones concretas de las que se parte, y precisa, porque las líneas generales de actuación se habrán de especificar en una secuencia concreta de acciones.
Ya en 1989 el Ministerio de Educación y Ciencia destacaba en el Diseño Curricular Base cuáles habían de ser los elementos básicos del currículo y sus relaciones en torno a cuatro preguntas fundamentales (MEC, 1989:22).
En la imagen siguiente se puede visualizar el planteamiento realizado por el Ministerio y ver la relación que ha de existir entre todos los elementos del curriculum:
Si bien, coincidimos con Sánchez, P. (2005:76) al considerar que, en el análisis de los elementos curriculares propuesto por el Ministerio, faltan dos preguntas clave:
¿Por qué y para qué enseñar y evaluar?
En la “Conferencia Mundial de Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción” (UNESCO, 1998) encontramos interesantes respuestas a estas preguntas, siempre relacionadas con el mundo de los valores y los derechos universales. Si bien se circunscriben al ámbito universitario, consideramos que pueden adaptarse a otros niveles educativos, especialmente a la Educación Secundaria. Sintetizamos las que, a nuestro entender, debe tener presentes todo docente:
La educación ha de formar estudiantes que se conviertan en ciudadanos informados y profundamente motivados, que puedan pensar de forma crítica, analizar problemas sociales y buscar soluciones a los mismos, así como aceptar responsabilidades de tipo social.
Se necesitan, en las instituciones docentes, nuevas aproximaciones pedagógicas y didácticas que hagan accesible la adquisición de capacidades, competencias y habilidades para la comunicación, la creatividad, el análisis crítico, el juicio independiente y el trabajo en equipo, en contextos multiculturales.
Es preciso ofrecer oportunidades para el aprendizaje académico y para aprender para la vida, ofreciendo a los estudiantes una amplia gama de posibilidades formativas y de flexibilidad y dándoles oportunidades para el desarrollo individual y la movilidad social.
Hemos de ayudar a proteger y ensalzar los valores sociales entrenando a la gente joven en valores que forman la base de la ciudadanía democrática y permitiendo la participación en la discusión de opciones estratégicas y el reforzamiento de posturas humanistas.
La Universidad (y la educación secundaria) ha de ayudar a entender, interpretar, preservar, valorar, promover y difundir las culturas nacionales y regionales, internacionales e históricas, en un contexto de pluralismo cultural y de diversidad.
Veamos, con detenimiento, cómo programar cada uno de los elementos a fin de conseguir una educación de calidad que se aproxime a lo expresado por la UNESCO.
4.1. OBJETIVOS
Los objetivos, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, son los que guían la acción docente. Son el marco de referencia y la “ayuda para desarrollar con mayor calidad y eficacia el proceso educativo” (Zabalza, M.A., 1991: 90). Constituyen las metas que ha de alcanzar el alumnado al finalizar el proceso. Se deben expresar en términos de capacidades y promover un desarrollo integral de la personalidad del alumno. De acuerdo con Medina, A. (Medina, A y Salvador, F., 2002) los objetivos son propuestas razonadas de capacitación integral del alumno que se educa. Por ello, en su redacción, el docente ha de tener presente el campo cognitivo, el afectivo, social o actitudinal y el psicomotor o conductual, contando con destrezas y habilidades que desarrollarán los discentes.
El Decreto 39/2002, de 5 de marzo, del Gobierno Valenciano, por el que se modifica el Decreto 47/1992, de 30 de marzo, por el que se establece el Curriculo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Valenciana, indica que, en esta etapa, el alumnado deberá alcanzar los siguientes objetivos:
a) Comprender y producir mensajes orales y escritos con propiedad, autonomía y creatividad en castellano y en valenciano y reflexionar sobre los procesos implicados en el uso del lenguaje y la contribución de éste a la organización de los propios pensamientos.
b) Comprender y expresarse con propiedad en la lengua o lenguas extranjeras objeto de estudio.
c) Interpretar y producir con propiedad, autonomía y creatividad mensajes que utilicen códigos artísticos, científicos y técnicos, para enriquecer sus posibilidades de comunicación y reflexionar sobre los procesos implicados en su uso.
d) Obtener y seleccionar información utilizando las fuentes apropiadas disponibles, tratarla de forma autónoma y crítica, con una finalidad previamente establecida y transmitirla de manera organizada e inteligible.
e) Elaborar estrategias de identificación y resolución de problemas en los diversos campos del conocimiento y la experiencia, mediante procedimientos intuitivos y de razonamiento lógico, contrastándolas y reflexionando sobre el proceso seguido.
f) Formarse una imagen ajustada de sí mismo, teniendo en cuenta sus capacidades, necesidades e intereses para tomar decisiones, valorando el esfuerzo necesario para superar las dificultades.
g) Adquirir y desarrollar hábitos de respeto y disciplina como condición necesaria para una realización eficaz de las tareas educativas y desarrollar actitudes solidarias y tolerantes ante las diferencias sociales, religiosas, de género y de raza, superando prejuicios con espíritu crítico, abierto y democrático.
h) Conocer las creencias, actitudes y valores básicos de nuestra tradición valorándolos críticamente.
i) Analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento de las sociedades, en especial los relativos a los derechos y deberes de los ciudadanos, y adoptar juicios y actitudes personales con respecto a ellos.
j) Analizar las leyes y los procesos básicos que rigen el funcionamiento de la naturaleza, valorar las repercusiones positivas y negativas que sobre ella tienen las actividades humanas y contribuir a su conservación y mejora.
k) Valorar el desarrollo científico y tecnológico y su incidencia en el medio físico y social, y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza – aprendizaje.
l) Conocer y apreciar el patrimonio cultural y lingüístico y contribuir a su conservación y mejora, desarrollando una actitud de interés y respeto hacia la dimensión pluricultural y plurilingüística entendida como un derecho de los pueblos y de los individuos.
m) Conocer los diferentes elementos básicos del cuerpo humano y comprender su funcionamiento, así como las consecuencias del ejercicio físico, la higiene, la alimentación y la vida sana para la salud.
n) Conocer y valorar el patrimonio natural, social y cultural de la Comunidad Valenciana, dentro del contexto histórico, social y lingüístico propio.”
Es tal la importancia que los objetivos tienen en el proceso de enseñanza – aprendizaje, que a finales de los 70 y principios de los 80, la Pedagogía llegó a desarrollar la corriente denominada “pedagogía por objetivos”. Se elaboraron taxonomías de objetivos, basadas en la jerarquización de tipos y categorías de aprendizaje. Las más conocidas fueron las de Bloom y Gagné. Ambos autores, en un esfuerzo por ayudar al profesorado a realizar sus programaciones, ofrecieron listados de verbos de cada uno de los ámbitos de desarrollo. Se consideró que los términos que mejor expresaban las realizaciones de los alumnos eran los verbos de acción (como escribir, escoger, resolver, comparar, construir…). Según Estarellas (1974: 25) los objetivos de conducta son susceptibles de ser formulados para todos los ámbitos de la enseñanza y estos son el de la información (ámbito cognitivo, el cual incluye capacidades de conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación), el de las actitudes (ámbito afectivo-social) y el de las destrezas (ámbito psicomotor y conductual).
Así, de los objetivos generales (marcados en el Decreto y contextualizados en nuestro centro en el PCC) pasaríamos a los objetivos didácticos, que debe elaborar cada docente para su aula. Por ejemplo, para que los alumnos de ESO consiguieran el objetivo general: “k: Valorar el desarrollo científico y tecnológico y su incidencia en el medio físico y social, y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza – aprendizaje”, podríamos diseñar, por ejemplo, objetivos didácticos como:
- Identificar las aportaciones más importantes realizadas en nuestro siglo y en el siglo pasado, por autores relacionados con nuestra asignatura.
- Nombrar técnicas específicas que podemos utilizar para… (cada profesor lo adaptaría a su caso)
- Diseñar, utilizando medios informáticos, una presentación relacionada con el tema “X” trabajado en clase.
- Buscar en Internet información relacionada con el tema “X”, siguiendo pautas dadas por el profesor/a.
- Compartir con los compañeros los recursos informáticos del aula.
- Valorar Internet como medio de comunicación con jóvenes de otros países.
Con esto hemos pretendido ofrecer simplemente un ejemplo, para que cada lector perciba de qué manera debe ir concretando, en su trabajo diario de aula, lo que nos marca la ley. Como se puede observar, se trata de ir incluyendo en la propia programación objetivos de tipo cognoscitivo (identificar, nombrar…), de tipo conductual o psicomotor para el desarrollo de habilidades y destrezas (diseñar, buscar…) y de tipo actitudinal (compartir, valorar…), que se relacionen con objetivos generales y con los distintos temas que vamos trabajando. De esta manera iremos consiguiendo el ansiado desarrollo integral de la personalidad de nuestros alumnos.
4.2 CONTENIDOS.
Los contenidos han ocupado durante mucho tiempo una posición privilegiada respecto al resto de elementos curriculares. A lo largo de muchos siglos, se ha entendido (y al parecer en muchos centros se sigue entendiendo) que lo importante es transmitir al alumnado la “doctrina” o el “corpus científico” correspondiente, más que formarlo o educarlo de una manera integral. Así muchos profesores continúan utilizando el libro de texto o manual básico de la asignatura y trabajan únicamente los contenidos que en él se plasman. Además, cuando realizan sus evaluaciones, lo único que evalúan es el grado de adquisición de dichos contenidos, que, en la mayoría de los casos se limitan a contenidos conceptuales, a “información”, al “corpus científico” mencionado, al estilo de lo que se hacía en la Edad Media cuando lo único que se comprobaba era que el alumnado se hubiera aprendido de memoria el “Trivium” (gramática, retórica y dialéctica) y el “Quadrivium” (aritmética, geometría, astronomía y música).
Gimeno (1995:173) señala que “los contenidos comprenden todos los aprendizajes que los alumnos deben alcanzar para progresar en las direcciones que marcan los fines de la educación en una etapa de escolarización, en cualquier área o fuera de ella, para lo que es preciso estimular comportamientos, adquirir valores, actitudes y habilidades de pensamiento, además de conocimientos.” Por ello, con la finalidad de cubrir todo tipo de conocimientos, el Ministerio de Educación clasifica los contenidos en tres tipos:
- Conceptuales: de hechos, conceptos o principios. Incluyen las nociones básicas de la asignatura, necesarias para comprender e interpretar la misma.
- Procedimentales: de la manera de proceder o actuar. Son el conjunto ordenado de acciones dirigidas a la consecución de las metas u objetivos establecidos. Los procedimientos han de ser funcionales para el alumno y precisan ejercitarlos en diversas situaciones o actividades de clase y de trabajo autónomo, para consolidarlos.
- Actitudinales: sobre actitudes y valores a trabajar con el alumnado. Conviene que estén presentes en cualquier asignatura que uno trabaje. Para llegar a desarrollarlos, es preciso planificar actividades donde se pongan de manifiesto, además de educar con el ejemplo.
Nuevamente, para trabajar los contenidos, precisamos tener en cuenta los niveles de concreción del curriculum, saber cuáles son los contenidos que marca el DCB y cómo se especifican en el PCC, por etapas, ciclos o niveles, con indicación de los bloques de contenido que se trabajan en cada área.
4.3 METODOLOGÍA
El término método (camino), ha ido perdiendo vigencia dentro del mundo de la enseñanza para dar paso a otros términos que lo engloban o que lo desarrollan (González y Jiménez, 2001), tales como estrategias o técnicas, procedimientos, actividades…
Según Medina, A. (2001: 158) “el sistema metodológico es el conjunto integrado de decisiones que toma el profesorado para comunicar su saber y configurar las situaciones de enseñanza más adecuadas a cada estudiante y ambiente de clase”. Dichas decisiones referidas al cómo enseñar no se pueden tomar al margen del qué enseñar (objetivos y contenidos) y del para qué y por qué enseñar, como señalábamos anteriormente. Por tanto, conviene que el docente revise el concepto de educación, pero que no lo haga de manera aislada, sino junto al resto del profesorado, a fin de revisar los fundamentos de su trabajo y plasmarlos en el Proyecto Educativo de Centro. De igual forman, han de tener presentes los principios metodológicos que son los que van a determinar las estrategias elegidas para ser desarrolladas en el aula.
4.3.1 Los principios metodológicos. En la historia de la educación muchos han sido los pensadores, filósofos y pedagogos que nos han legado sus teorías y nos han transmitido ideas valiosas para enfocar mejor la educación: Sócrates, Platón, Aristóteles, Comenio, Santo Tomás de Aquino, Juan Luis Vives, Juan Huarte, Descartes, Rousseau, Pestalozzi, Montessori, Dewey, Freinet, Decroly, Fröebel, Freire, Luis María Manjón, Francisco Giner de los Ríos, Rosa Sensat, Soler i Godes… La lista podría ser interminable. Todos ellos nos han ayudado a reflexionar sobre los principios que han de guiar la educación. Destacamos, por su importancia los siguientes:
- Principio de individualización, que persigue el máximo desarrollo de las capacidades y potencialidades del alumnado.
- Principio de socialización, el cual parte de la premisa que el ser humano es un ser social y, por ello, precisa de los demás en su configuración personal y encuentra en los demás el propio sentido.
- Principio de personalización, considera que el discente es, ante todo, un ser humano único e irrepetible, una persona que ha de desarrollarse de forma plena en contacto con los demás.
- Principio de actividad y participación, según el cual, se aprende haciendo. Por ello el alumno ha de ser el protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje, en una relación de interacción y comunicación abierta y flexible. Sea cual sea su capacidad debe participar activamente en el aula.
- Principio de creatividad, que persigue el desarrollo de la originalidad en el alumnado, la capacidad de dar forma a lo que no la tiene o dar una nueva forma a algo ya existente.
- Principio de optimización, parte del convencimiento de que ningún ser humano tiene un límite, todos estamos en continuo proceso formativo, para aprender y mejorar.
- Principio de libertad, la educación será verdaderamente tal en un clima de libertad, donde el alumno se sienta aceptado tal como es, donde sepa que puede expresarse sin ataduras, censuras o restricciones, donde pueda ejercer la libertad de elección y de expresión.
- Principio de integración, que entiende que un elemento está integrado en un sistema cuando mantiene relaciones armónicas con el resto de elementos de dicho sistema. De este modo, si tenemos alumnos con necesidades educativas especiales conseguiremos que verdaderamente estén integrados cuando sus relaciones interpersonales con los demás compañeros y con el profesorado sean armoniosas.
- Principio de normalización, establece que a las personas con n.e.e. se les debe ofrecer condiciones de vida lo más normalizadas posible. De esta manera, el docente ha de procurar que estos alumnos realicen siempre que sea posible las mismas tareas que el grupo, si bien adaptadas a sus capacidades. No se pretende que las realicen de la misma forma que los demás, sino, simplemente que participen en ellas, en la medida de sus posibilidades. (Por ejemplo, si vamos a realizar una maqueta muy delicada con elementos muy pequeños que requieren gran precisión y coordinación psicomotriz fina y tenemos un alumno con parálisis cerebral que ni siquiera puede realizar bien la pinza, no hemos de pensar “este chico no puede hacer esta actividad, así es que se quedará mirando o mejor se irá con el de educación especial”, sino que buscaremos la manera de implicarlo en la tarea, por ejemplo, le podemos hacer participar de la actividad sujetándole a algún compañero la caja que contiene las piezas finas, o escribiendo en el ordenador el rótulo o título de la maqueta). En realidad, la integración requiere antes posturas éticas que preparación técnica.
4.3.2 Algunas estrategias didácticas que nos ayudan a conseguir el pleno desarrollo del alumnado y a hacer realidad todos estos principios son:
- Partir de los conocimientos previos del alumnado.
- Tener en cuenta los intereses y motivaciones de los estudiantes, para adecuar la enseñanza a aquellos.
- Relacionar los contenidos de la asignatura con situaciones reales que conozca el alumnado o con conocimientos anteriormente adquiridos, a fin de suscitar aprendizajes significativos.
- Favorecer la búsqueda de información, el análisis de las fuentes y la contrastación de los datos obtenidos.
- Reforzar positivamente al alumnado, alabando su esfuerzo, sus logros, sus actitudes positivas, su manera de proceder…
- Conceder mayor importancia al proceso que al resultado, enseñando a los estudiantes a aprender tanto de los aciertos como de los errores.
- Establecer un clima de confianza, seguridad, aceptación, apertura, diálogo, cooperación…
- Favorecer la autonomía e independencia del alumnado.
- Compartir con el alumnado pensamientos, sentimientos y acciones.
- Aplicar diversas técnicas de atención a la diversidad.
- Favorecer la educación intercultural, enseñando al alumnado a valorar todas las culturas, compartiendo aspectos universales.
- Desarrollar en el alumnado valores que van a determinar las relaciones interpersonales: respeto, aceptación, cooperación…
- Evitar (o mejor, desterrar) la discriminación en el trato.
- Proponer distintos tipos de agrupamiento y de dinámica de grupos en el aula.
- Utilizar las nuevas tecnologías (pizarra digital, correo electrónico, aulas virtuales…) junto a las viejos recursos (la mayéutica, el diálogo, las exposiciones orales del profesor…)
4.3.3 Los recursos metodológicos que podemos usar son, entre otros:
- Exposiciones: lecciones magistrales, en las que se puede utilizar la pizarra digital para focalizar la atención del alumnado en los aspectos relevantes del tema trabajado, y que se van acompañando de preguntas y respuestas, ejemplos de la vida escolar, ideas o vivencias propias de los estudiantes que pueden irse apuntando en la pizarra tradicional y, así, contrastarlas con los nuevos conocimientos presentados.
- Dinámicas de grupo. Un extensísimo y valioso listado de dinámicas que podemos utilizar en el aula, lo encontramos en Pérez, G. (1985: 253-389)
- Trabajo individual y/o grupal de carácter aplicativo: cuestionarios que posteriormente se comparten con el grupo, lectura de textos y posterior debate en parejas o en pequeño grupo, análisis de experiencias, de materiales…
- Actividades con otros agentes educativos: charlas, coloquios, mesas redondas con expertos, asistencia a jornadas…
- Trabajo tutorizado: orientaciones individualizadas o en grupo sobre trabajos que lleva a cabo el alumnado, orientación académica, personal o profesional, asesoramiento sobre prácticas, tutoría virtual
- Aprendizaje autónomo: lecturas personales, búsqueda bibliográfica, análisis de páginas web, elaboración de presentaciones sobre diversas temáticas, realización de trabajos individuales...
4.4. MEDIOS Y RECURSOS
Conviene tener en cuenta que todos los medios y recursos que podemos utilizar son, como su propio nombre indica, medios, nunca fines. Como bien señala García Hoz (1988) la intuición y la experiencia personal dan vida y calidad humanas a las normas tecnológicas y éstas, a su vez, depuran y refuerzan la acción del buen sentido práctico. El conseguir una enseñanza de calidad requiere, no sólo del uso de técnicas apropiadas, sino, principalmente de una postura ética ante el mismo acto de educar.
En la enseñanza hemos de contar con diversos medios o recursos que podemos clasificar de la siguiente manera:
Recursos Humanos: a mi modo de ver constituyen el principal recurso. Dentro de esta categoría, cabe citar, en primer lugar al propio alumno. Hemos de ser muy conscientes que ante nosotros, docentes, se encuentra no “un alumno”, sino “un ser humano”, con un mundo de experiencias e inexperiencias, con ideas acertadas y/o erróneas, con sentimientos, con deseos o no de aprender, con necesidad de desarrollarse, de crecer, de compartir, de querer. Saber contactar con él, motivarlo y querer acompañarlo en su proceso de desarrollo es un primer requisito para conseguir involucrarlo en su propio crecimiento, haciendo que verdaderamente se convierta en protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje. Siguiendo con los recursos humanos, está el grupo de iguales o grupo-clase. Los compañeros ejercen una influencia muy poderosa en cada estudiante. Por ello conviene que el docente sepa cómo sacar el mejor partido del grupo, planteando tareas a realizar conjuntamente, enseñando a convivir, a respetar, recurriendo a la figura del “alumno-tutor”, planteando en clase experiencias que requieran la participación de todos, la ayuda de unos a otros, la comunicación eficaz entre los miembros… Por otra parte, está el profesorado. Son muchos los autores que han escrito sobre las cualidades o capacidades que debe tener el “buen profesor” (Cano, E., 2005). A la hora de desarrollar el curriculum, el perfil del docente resulta fundamental. No se educa de igual forma desde una postura academicista que desde una tecnológica o práctica o crítica o humanista. Sea cual sea la posición que adopte, se trata de otro “ser humano” que con su ejemplo, su entusiasmo o falta de él, su forma de hablar y de tratar al alumnado, su originalidad y creatividad o falta de ambas, su formación y su ilusión o desidia, va a influir decisivamente en la manera en que los estudiantes se acercan al conocimiento (a veces deseándolo y otras rechazándolo). Además de los docentes, los familiares son otro recurso humano importantísimo en educación. Es necesario que, en la medida de lo posible, se establezca un nexo entre la institución escolar y la familiar para que se sigan unos mismos criterios educativos o, al menos, para que uno cuente con el apoyo del otro. También es conveniente que conozcamos o tengamos información sobre la familia de la que procede cada uno de nuestros alumnos, esto nos ayudará, en ocasiones, a comprenderle mejor. En definitiva, cualquier miembro de la comunidad puede, en un momento dado, ser considerado “recurso humano” en el proceso formativo (desde el conserje del centro, por poner un ejemplo, hasta los vecinos del barrio o algún profesional o experto que acude al centro o que se relaciona con nosotros y que interviene en el desarrollo del alumnado).
Recursos materiales. En el presente manual se ofrece un capítulo dedicado a los recursos materiales. Remitimos a él al lector. Solamente indicaremos que existen muchas clasificaciones de los materiales, según los diversos autores, si bien nos parece acertada la división en “materiales que utilizan el papel como soporte” (libros de texto a manuales, libros de consulta, libros de imágenes, textos legales, folletos, periódicos, revistas, guías didácticas…) y “materiales que utilizan soportes distintos al papel” (Vídeo, CD Rom, Internet, DVD, Diapositivas, Retropoyector, magnetófono, objetos tridimensionales artificiales o naturales, materiales de desecho, etc.).
Recursos espaciales. Nos referimos a lugares o espacios utilizados para la educación, que pueden hallarse dentro del centro (salas de usos múltiples, patios, sala de informática…) o fuera de la institución escolar (teatros de la ciudad, cines, el Auditorio, otra localidad, una Granja-Escuela, la playa, la montaña, etc.).
Recursos organizativos. Resulta de especial interés organizar correctamente el espacio y el tiempo. En el aula, si el mobiliario lo permite, podemos realizar numerosos cambios en la disposición de mesas y sillas, que nos facilitan la realización de actividades como: mesa redonda, asamblea, trabajos por parejas, por pequeños grupos… Por otra parte, conviene que el material esté al alcance del alumnado, que participen en la decoración del espacio compartido y en la normativa que rige la convivencia, la cual se expondrá en lugar visible. En cuanto al tiempo, se programará respetando el horario global del centro y se procurará asignar tiempos a las diversas tareas. Resulta muy útil llevar a cabo una temporalización de los contenidos que hemos de enseñar y hacer una previsión de las técnicas que vamos a emplear en las distintas clases. De esta manera podremos preparar con antelación los materiales que vayamos a precisar, según la técnica que apliquemos. De igual forma, se asignarán tiempos de tutoría y de coordinación con el resto del profesorado y con los familiares.
De todas formas, como indicábamos anteriormente, las programaciones han de ser abiertas y flexibles, ya que se deberán poder adaptar a las situaciones imprevistas. Aún así, si programamos el proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos muchas más posibilidades de hacerlo bien, que si nos dejamos llevar por la improvisación.
4.5 EVALUACIÓN.
El último de los elementos del curriculum que nos queda por analizar es la evaluación, pero no porque digamos “último” significa que se deba aplicar cuando haya terminado todo el proceso. Este es un grave error que, en la actualidad siguen cometiendo muchos docentes: evaluar al final de algún proceso educativo (mensual, trimestral o anual), mediante algún examen o control, como únicas formas de valorar lo que el alumnado ha aprendido.
La evaluación, tal como indican las principales leyes educativas, ha de ser continua, global y formativa. Esto quiere decir que debemos estar evaluando siempre (continua), atendiendo a todos los elementos del curriculum (global), a fin de poder ir realizando las modificaciones que sean necesarias, para mejorar la calidad de lo que hacemos, dando nueva forma al curriculum (formativa) o congratulándonos en el caso de que todo esté saliendo bien y tanto alumnos como profesor estén disfrutando del trabajo que realizan juntos.
Hay que considerar que la programación del curriculum no se desarrolla en el vacío. La enseñanza siempre acontece en un lugar determinado, en el que intervienen unas personas concretas, con unas características específicas, para transmitir unos contenidos, con una metodología y unos recursos particulares. Es por esto que la Pedagogía considera que, en el acto de enseñar, no sólo se deben conocer los elementos del curriculum, sino también los condicionantes o determinantes del mismo, de los cuales nos informan: la fuente sociológica (analizando aspectos sociocomunitarios), la fuente psicológica (cuando tenemos en cuenta conocimientos aportados por la psicología evolutiva y la psicología del aprendizaje), la fuente epistemológica (aquella que explica las cuestiones científicas referidas a la disciplina que vamos a enseñar) y la fuente pedagógica (que nos hace ver la importancia de nuestra programación en el seno de la Organización Escolar).
Podríamos representar de forma gráfica lo que acabamos de decir de la siguiente manera:
Con esta imagen queremos explicar que, a la hora de enseñar, debemos tener en cuenta:
- El contexto donde se va a llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje y las características socio-culturales del mismo y de las personas que en él viven (fuente sociológica). No es lo mismo trabajar en un centro que se halla en una zona deprimida socialmente, con falta de recursos culturales, con problemáticas sociales de absentismo o delincuencia, por ejemplo, que trabajar en un centro cuya zona es rica en recursos culturales, donde el alumnado asiste habitualmente a las aulas y donde no se detectan graves situaciones de delincuencia. Son, evidentemente, contextos diferentes que reclaman una intervención educativa adecuada a cada situación.
- Las características psicoevolutivas del alumnado. Tampoco es lo mismo, por seguir con los ejemplos, enseñar a niños de educación infantil, que tienen un pensamiento egocéntrico, sincrético, fenoménico e intuitivo, con una moral heterónoma, guiada por el adulto, que enseñar a jóvenes de secundaria, que presentan un pensamiento lógico-formal y tienen ya una moral autónoma. Es muy importante que el docente conozca las características psicológicas de su alumnado para poder adecuar mejor la enseñanza, para establecer relaciones entre lo que ya saben y lo que les quiere enseñar y conseguir, así, aprendizajes significativos. La fuente psicológica ofrece conocimientos referidos a Psicología Evolutiva y Psicología del Aprendizaje.
- Además, es aconsejable que el profesorado conozca en profundidad la materia que debe enseñar, la ciencia o disciplina que va a impartir (la fuente epistemológica) y de qué manera se trabaja según la etapa en que desempeñe su labor docente (en Infantil y Primaria se prefiere la globalización, mientras que en Secundaria se suele trabajar de manera interdisciplinar). Diversas didácticas específicas (“didáctica de la matemática”, “didáctica de las ciencias sociales”, “didáctica del inglés”, etc.) nos ayudan a saber cómo estructurar la materia en función del curso en que nos encontremos y del alumnado a quien vayamos a formar.
- Por último, la fuente pedagógica nos informa sobre la mejor manera de llevar a la práctica el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos ofrece, entre otros, conocimientos de didáctica general (de cómo enseñar, cómo programar, cómo atender la diversidad, qué estrategias y técnicas utilizar), de organización escolar (de cómo se organizan los centros, qué normativa los rige, qué documentos reflejan dicha organización o estructura –el Proyecto Educativo de Centro, el Plan General Anual, el Proyecto Curricular de Centro, las Programaciones de Aula, las Adaptaciones Curriculares Significativas, el Plan de Acción Tutorial, el Reglamento de Régimen Interior, los niveles de concreción del curriculum, etc.)
Cuando el docente es consciente de los factores determinantes del curriculum, cuando los conoce y tiene presentes, es cuando se encuentra en condiciones de poder realizar su propia programación de forma adecuada, ajustada a la realidad con la que va a trabajar y que pretende optimizar. Sólo así será capaz de plantear objetivos adecuados, de elegir contenidos apropiados, de recurrir a una metodología eficaz y de utilizar recursos o proponer actividades que resulten interesantes a los alumnos con los que va a interactuar. Además, será más consciente de la necesidad de realizar una evaluación continua y formativa de todo el proceso.
Por otra parte, en su trabajo, debe considerarse miembro de un centro y de una sociedad. La labor docente no puede desentenderse de su función social. Por ello, es conveniente que todo profesor conozca los niveles de concreción del curriculum y sepa dar coherencia a su tarea.
3. NIVELES DE CONCRECIÓN DEL CURRICULUM
En nuestro país, el curriculum se estructura en varios niveles de concreción.
- En el primero de ellos, el Estado o la Administración indica cuáles son las enseñanzas básicas y el curriculum que debe alcanzar todo ciudadano. Así, el MEC elabora el Diseño Curricular Base (DCB) y lo publica a través de Reales Decretos. Posteriormente, las Comunidades Autónomas que tienen competencias educativas plenas lo concretan, mediante la publicación de Decretos del Curriculum (en el caso de la educación secundaria: Decreto 47/1992 modificado por el Decreto 39/2002).
- A continuación cada centro procura adaptar a su propia realidad sociocultural el curriculum explicitado por su Comunidad Autónoma y por el Ministerio y elabora su Proyecto Curricular de Centro (PCC) el cual supone el segundo nivel de concreción. Gairín, (1997: 19) lo define como el “documento técnico-pedagógico elaborado por los profesores, que explicita el qué, cómo y cuándo se debe enseñar a los alumnos, a la vez que establece los criterios sobre qué, cómo y cuándo evaluar sus adquisiciones”.
- El tercer nivel lo constituyen las Programaciones de Aula, en las cuales cada docente adapta el PCC a las características propias del alumnado de su aula (en ocasiones existe gran diferencia entre los asistentes a la clase de 1º A, por ejemplo, y los de 1º B y sus diferencias aconsejan que en un aula el docente utilice unos recursos o una metodología o plantee unas actividades distintas a las que son pertinentes con el otro grupo).
- Por último, el cuarto nivel de concreción del curriculum lo constituyen las Adaptaciones Curriculares, que pretenden responder a las necesidades de aprendizaje de cada alumno. En Educación Infantil y Primaria podemos hablar de tres tipos de adaptaciones (Orden del 16 de julio de 2001 de la Conselleria de Educación por la que se regula la atención del alumnado con necesidades educativas especiales en los centros de Educación Infantil y Primaria): Adaptaciones Curriculares Individuales Significativas (ACIS), son una propuesta de planificación adaptada a sujetos que presentan necesidades educativas especiales, que les apartan significativamente (en un ciclo o más) del resto del grupo; en ellas se modifican sustancialmente objetivos, contenidos o criterios de evaluación respecto al curriculum ordinario que les corresponde por edad cronológica; Adaptaciones Curriculares no significativas (AC) en las que principalmente se alteran otros elementos del curriculum tales como actividades, recursos o metodología y Adaptaciones de Acceso al Curriculum, “destinadas a facilitar el acceso al aprendizaje a alumnos con necesidades especiales, derivadas generalmente de deficiencias motoras o sensoriales” (Sánchez, P., 2005: 85); estas últimas generalmente consisten en eliminar barreras arquitectónicas, adquirir materiales específicos (por ejemplo ordenadores o mesas especiales para alumnado con parálisis cerebral) o solicitar el apoyo de personal especializado (como fisioterapeutas, educadores o personal cualificado de alguna organización, como la ONCE).
En Educación Secundaria, la Orden de 18 de junio de 1999 de la Conselleria de Cultura, Educación y Ciencia establece el Plan de atención a la diversidad, el cual debe contemplar unas medidas de carácter general y otras específicas. Las primeras son: la concreción del curriculum, la organización de la opcionalidad, la organización de actividades de refuerzo, medidas educativas complementarias para que el alumnado permanezca un año más en el mismo curso y medidas de Orientación educativa, psicopedagógica y profesional y tutoría. Las medidas específicas son: las Adaptaciones Curriculares Individuales Significativas (ACIS), las adaptaciones de acceso al curriculum, los programas de diversificación curricular y los programas de adaptación curricular en grupo. Recientemente, la Orden de 14 de marzo de 2005 (DOGV 4985, de 14 de abril de 2005) regula la atención al alumnado con necesidades educativas especiales escolarizado en centros que imparten educación secundaria.
CONCEPTO DE PROGRAMACIÓN.
Desde el punto de vista etimológico el término programa se deriva de “pro-grapho”, que significa escribir algo previamente, es decir, anunciar por escrito. Así pues, “programar consiste en realizar un proyecto que anuncia y declara por escrito lo que se piensa realizar” (Bernardo, J. 2004: 143). Necesariamente, dada la complejidad del acto educativo y de la naturaleza humana, la programación será abierta y flexible, a fin de poderse adaptar a las diversas circunstancias, cambiando o ajustando los elementos planificados y además la programación será realista, por cuanto se ajustará a las condiciones concretas de las que se parte, y precisa, porque las líneas generales de actuación se habrán de especificar en una secuencia concreta de acciones.
Ya en 1989 el Ministerio de Educación y Ciencia destacaba en el Diseño Curricular Base cuáles habían de ser los elementos básicos del currículo y sus relaciones en torno a cuatro preguntas fundamentales (MEC, 1989:22).
En la imagen siguiente se puede visualizar el planteamiento realizado por el Ministerio y ver la relación que ha de existir entre todos los elementos del curriculum:
Si bien, coincidimos con Sánchez, P. (2005:76) al considerar que, en el análisis de los elementos curriculares propuesto por el Ministerio, faltan dos preguntas clave:
¿Por qué y para qué enseñar y evaluar?
En la “Conferencia Mundial de Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción” (UNESCO, 1998) encontramos interesantes respuestas a estas preguntas, siempre relacionadas con el mundo de los valores y los derechos universales. Si bien se circunscriben al ámbito universitario, consideramos que pueden adaptarse a otros niveles educativos, especialmente a la Educación Secundaria. Sintetizamos las que, a nuestro entender, debe tener presentes todo docente:
La educación ha de formar estudiantes que se conviertan en ciudadanos informados y profundamente motivados, que puedan pensar de forma crítica, analizar problemas sociales y buscar soluciones a los mismos, así como aceptar responsabilidades de tipo social.
Se necesitan, en las instituciones docentes, nuevas aproximaciones pedagógicas y didácticas que hagan accesible la adquisición de capacidades, competencias y habilidades para la comunicación, la creatividad, el análisis crítico, el juicio independiente y el trabajo en equipo, en contextos multiculturales.
Es preciso ofrecer oportunidades para el aprendizaje académico y para aprender para la vida, ofreciendo a los estudiantes una amplia gama de posibilidades formativas y de flexibilidad y dándoles oportunidades para el desarrollo individual y la movilidad social.
Hemos de ayudar a proteger y ensalzar los valores sociales entrenando a la gente joven en valores que forman la base de la ciudadanía democrática y permitiendo la participación en la discusión de opciones estratégicas y el reforzamiento de posturas humanistas.
La Universidad (y la educación secundaria) ha de ayudar a entender, interpretar, preservar, valorar, promover y difundir las culturas nacionales y regionales, internacionales e históricas, en un contexto de pluralismo cultural y de diversidad.
Veamos, con detenimiento, cómo programar cada uno de los elementos a fin de conseguir una educación de calidad que se aproxime a lo expresado por la UNESCO.
4.1. OBJETIVOS
Los objetivos, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, son los que guían la acción docente. Son el marco de referencia y la “ayuda para desarrollar con mayor calidad y eficacia el proceso educativo” (Zabalza, M.A., 1991: 90). Constituyen las metas que ha de alcanzar el alumnado al finalizar el proceso. Se deben expresar en términos de capacidades y promover un desarrollo integral de la personalidad del alumno. De acuerdo con Medina, A. (Medina, A y Salvador, F., 2002) los objetivos son propuestas razonadas de capacitación integral del alumno que se educa. Por ello, en su redacción, el docente ha de tener presente el campo cognitivo, el afectivo, social o actitudinal y el psicomotor o conductual, contando con destrezas y habilidades que desarrollarán los discentes.
El Decreto 39/2002, de 5 de marzo, del Gobierno Valenciano, por el que se modifica el Decreto 47/1992, de 30 de marzo, por el que se establece el Curriculo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Valenciana, indica que, en esta etapa, el alumnado deberá alcanzar los siguientes objetivos:
a) Comprender y producir mensajes orales y escritos con propiedad, autonomía y creatividad en castellano y en valenciano y reflexionar sobre los procesos implicados en el uso del lenguaje y la contribución de éste a la organización de los propios pensamientos.
b) Comprender y expresarse con propiedad en la lengua o lenguas extranjeras objeto de estudio.
c) Interpretar y producir con propiedad, autonomía y creatividad mensajes que utilicen códigos artísticos, científicos y técnicos, para enriquecer sus posibilidades de comunicación y reflexionar sobre los procesos implicados en su uso.
d) Obtener y seleccionar información utilizando las fuentes apropiadas disponibles, tratarla de forma autónoma y crítica, con una finalidad previamente establecida y transmitirla de manera organizada e inteligible.
e) Elaborar estrategias de identificación y resolución de problemas en los diversos campos del conocimiento y la experiencia, mediante procedimientos intuitivos y de razonamiento lógico, contrastándolas y reflexionando sobre el proceso seguido.
f) Formarse una imagen ajustada de sí mismo, teniendo en cuenta sus capacidades, necesidades e intereses para tomar decisiones, valorando el esfuerzo necesario para superar las dificultades.
g) Adquirir y desarrollar hábitos de respeto y disciplina como condición necesaria para una realización eficaz de las tareas educativas y desarrollar actitudes solidarias y tolerantes ante las diferencias sociales, religiosas, de género y de raza, superando prejuicios con espíritu crítico, abierto y democrático.
h) Conocer las creencias, actitudes y valores básicos de nuestra tradición valorándolos críticamente.
i) Analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento de las sociedades, en especial los relativos a los derechos y deberes de los ciudadanos, y adoptar juicios y actitudes personales con respecto a ellos.
j) Analizar las leyes y los procesos básicos que rigen el funcionamiento de la naturaleza, valorar las repercusiones positivas y negativas que sobre ella tienen las actividades humanas y contribuir a su conservación y mejora.
k) Valorar el desarrollo científico y tecnológico y su incidencia en el medio físico y social, y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza – aprendizaje.
l) Conocer y apreciar el patrimonio cultural y lingüístico y contribuir a su conservación y mejora, desarrollando una actitud de interés y respeto hacia la dimensión pluricultural y plurilingüística entendida como un derecho de los pueblos y de los individuos.
m) Conocer los diferentes elementos básicos del cuerpo humano y comprender su funcionamiento, así como las consecuencias del ejercicio físico, la higiene, la alimentación y la vida sana para la salud.
n) Conocer y valorar el patrimonio natural, social y cultural de la Comunidad Valenciana, dentro del contexto histórico, social y lingüístico propio.”
Es tal la importancia que los objetivos tienen en el proceso de enseñanza – aprendizaje, que a finales de los 70 y principios de los 80, la Pedagogía llegó a desarrollar la corriente denominada “pedagogía por objetivos”. Se elaboraron taxonomías de objetivos, basadas en la jerarquización de tipos y categorías de aprendizaje. Las más conocidas fueron las de Bloom y Gagné. Ambos autores, en un esfuerzo por ayudar al profesorado a realizar sus programaciones, ofrecieron listados de verbos de cada uno de los ámbitos de desarrollo. Se consideró que los términos que mejor expresaban las realizaciones de los alumnos eran los verbos de acción (como escribir, escoger, resolver, comparar, construir…). Según Estarellas (1974: 25) los objetivos de conducta son susceptibles de ser formulados para todos los ámbitos de la enseñanza y estos son el de la información (ámbito cognitivo, el cual incluye capacidades de conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación), el de las actitudes (ámbito afectivo-social) y el de las destrezas (ámbito psicomotor y conductual).
Así, de los objetivos generales (marcados en el Decreto y contextualizados en nuestro centro en el PCC) pasaríamos a los objetivos didácticos, que debe elaborar cada docente para su aula. Por ejemplo, para que los alumnos de ESO consiguieran el objetivo general: “k: Valorar el desarrollo científico y tecnológico y su incidencia en el medio físico y social, y utilizar las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de enseñanza – aprendizaje”, podríamos diseñar, por ejemplo, objetivos didácticos como:
- Identificar las aportaciones más importantes realizadas en nuestro siglo y en el siglo pasado, por autores relacionados con nuestra asignatura.
- Nombrar técnicas específicas que podemos utilizar para… (cada profesor lo adaptaría a su caso)
- Diseñar, utilizando medios informáticos, una presentación relacionada con el tema “X” trabajado en clase.
- Buscar en Internet información relacionada con el tema “X”, siguiendo pautas dadas por el profesor/a.
- Compartir con los compañeros los recursos informáticos del aula.
- Valorar Internet como medio de comunicación con jóvenes de otros países.
Con esto hemos pretendido ofrecer simplemente un ejemplo, para que cada lector perciba de qué manera debe ir concretando, en su trabajo diario de aula, lo que nos marca la ley. Como se puede observar, se trata de ir incluyendo en la propia programación objetivos de tipo cognoscitivo (identificar, nombrar…), de tipo conductual o psicomotor para el desarrollo de habilidades y destrezas (diseñar, buscar…) y de tipo actitudinal (compartir, valorar…), que se relacionen con objetivos generales y con los distintos temas que vamos trabajando. De esta manera iremos consiguiendo el ansiado desarrollo integral de la personalidad de nuestros alumnos.
4.2 CONTENIDOS.
Los contenidos han ocupado durante mucho tiempo una posición privilegiada respecto al resto de elementos curriculares. A lo largo de muchos siglos, se ha entendido (y al parecer en muchos centros se sigue entendiendo) que lo importante es transmitir al alumnado la “doctrina” o el “corpus científico” correspondiente, más que formarlo o educarlo de una manera integral. Así muchos profesores continúan utilizando el libro de texto o manual básico de la asignatura y trabajan únicamente los contenidos que en él se plasman. Además, cuando realizan sus evaluaciones, lo único que evalúan es el grado de adquisición de dichos contenidos, que, en la mayoría de los casos se limitan a contenidos conceptuales, a “información”, al “corpus científico” mencionado, al estilo de lo que se hacía en la Edad Media cuando lo único que se comprobaba era que el alumnado se hubiera aprendido de memoria el “Trivium” (gramática, retórica y dialéctica) y el “Quadrivium” (aritmética, geometría, astronomía y música).
Gimeno (1995:173) señala que “los contenidos comprenden todos los aprendizajes que los alumnos deben alcanzar para progresar en las direcciones que marcan los fines de la educación en una etapa de escolarización, en cualquier área o fuera de ella, para lo que es preciso estimular comportamientos, adquirir valores, actitudes y habilidades de pensamiento, además de conocimientos.” Por ello, con la finalidad de cubrir todo tipo de conocimientos, el Ministerio de Educación clasifica los contenidos en tres tipos:
- Conceptuales: de hechos, conceptos o principios. Incluyen las nociones básicas de la asignatura, necesarias para comprender e interpretar la misma.
- Procedimentales: de la manera de proceder o actuar. Son el conjunto ordenado de acciones dirigidas a la consecución de las metas u objetivos establecidos. Los procedimientos han de ser funcionales para el alumno y precisan ejercitarlos en diversas situaciones o actividades de clase y de trabajo autónomo, para consolidarlos.
- Actitudinales: sobre actitudes y valores a trabajar con el alumnado. Conviene que estén presentes en cualquier asignatura que uno trabaje. Para llegar a desarrollarlos, es preciso planificar actividades donde se pongan de manifiesto, además de educar con el ejemplo.
Nuevamente, para trabajar los contenidos, precisamos tener en cuenta los niveles de concreción del curriculum, saber cuáles son los contenidos que marca el DCB y cómo se especifican en el PCC, por etapas, ciclos o niveles, con indicación de los bloques de contenido que se trabajan en cada área.
4.3 METODOLOGÍA
El término método (camino), ha ido perdiendo vigencia dentro del mundo de la enseñanza para dar paso a otros términos que lo engloban o que lo desarrollan (González y Jiménez, 2001), tales como estrategias o técnicas, procedimientos, actividades…
Según Medina, A. (2001: 158) “el sistema metodológico es el conjunto integrado de decisiones que toma el profesorado para comunicar su saber y configurar las situaciones de enseñanza más adecuadas a cada estudiante y ambiente de clase”. Dichas decisiones referidas al cómo enseñar no se pueden tomar al margen del qué enseñar (objetivos y contenidos) y del para qué y por qué enseñar, como señalábamos anteriormente. Por tanto, conviene que el docente revise el concepto de educación, pero que no lo haga de manera aislada, sino junto al resto del profesorado, a fin de revisar los fundamentos de su trabajo y plasmarlos en el Proyecto Educativo de Centro. De igual forman, han de tener presentes los principios metodológicos que son los que van a determinar las estrategias elegidas para ser desarrolladas en el aula.
4.3.1 Los principios metodológicos. En la historia de la educación muchos han sido los pensadores, filósofos y pedagogos que nos han legado sus teorías y nos han transmitido ideas valiosas para enfocar mejor la educación: Sócrates, Platón, Aristóteles, Comenio, Santo Tomás de Aquino, Juan Luis Vives, Juan Huarte, Descartes, Rousseau, Pestalozzi, Montessori, Dewey, Freinet, Decroly, Fröebel, Freire, Luis María Manjón, Francisco Giner de los Ríos, Rosa Sensat, Soler i Godes… La lista podría ser interminable. Todos ellos nos han ayudado a reflexionar sobre los principios que han de guiar la educación. Destacamos, por su importancia los siguientes:
- Principio de individualización, que persigue el máximo desarrollo de las capacidades y potencialidades del alumnado.
- Principio de socialización, el cual parte de la premisa que el ser humano es un ser social y, por ello, precisa de los demás en su configuración personal y encuentra en los demás el propio sentido.
- Principio de personalización, considera que el discente es, ante todo, un ser humano único e irrepetible, una persona que ha de desarrollarse de forma plena en contacto con los demás.
- Principio de actividad y participación, según el cual, se aprende haciendo. Por ello el alumno ha de ser el protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje, en una relación de interacción y comunicación abierta y flexible. Sea cual sea su capacidad debe participar activamente en el aula.
- Principio de creatividad, que persigue el desarrollo de la originalidad en el alumnado, la capacidad de dar forma a lo que no la tiene o dar una nueva forma a algo ya existente.
- Principio de optimización, parte del convencimiento de que ningún ser humano tiene un límite, todos estamos en continuo proceso formativo, para aprender y mejorar.
- Principio de libertad, la educación será verdaderamente tal en un clima de libertad, donde el alumno se sienta aceptado tal como es, donde sepa que puede expresarse sin ataduras, censuras o restricciones, donde pueda ejercer la libertad de elección y de expresión.
- Principio de integración, que entiende que un elemento está integrado en un sistema cuando mantiene relaciones armónicas con el resto de elementos de dicho sistema. De este modo, si tenemos alumnos con necesidades educativas especiales conseguiremos que verdaderamente estén integrados cuando sus relaciones interpersonales con los demás compañeros y con el profesorado sean armoniosas.
- Principio de normalización, establece que a las personas con n.e.e. se les debe ofrecer condiciones de vida lo más normalizadas posible. De esta manera, el docente ha de procurar que estos alumnos realicen siempre que sea posible las mismas tareas que el grupo, si bien adaptadas a sus capacidades. No se pretende que las realicen de la misma forma que los demás, sino, simplemente que participen en ellas, en la medida de sus posibilidades. (Por ejemplo, si vamos a realizar una maqueta muy delicada con elementos muy pequeños que requieren gran precisión y coordinación psicomotriz fina y tenemos un alumno con parálisis cerebral que ni siquiera puede realizar bien la pinza, no hemos de pensar “este chico no puede hacer esta actividad, así es que se quedará mirando o mejor se irá con el de educación especial”, sino que buscaremos la manera de implicarlo en la tarea, por ejemplo, le podemos hacer participar de la actividad sujetándole a algún compañero la caja que contiene las piezas finas, o escribiendo en el ordenador el rótulo o título de la maqueta). En realidad, la integración requiere antes posturas éticas que preparación técnica.
4.3.2 Algunas estrategias didácticas que nos ayudan a conseguir el pleno desarrollo del alumnado y a hacer realidad todos estos principios son:
- Partir de los conocimientos previos del alumnado.
- Tener en cuenta los intereses y motivaciones de los estudiantes, para adecuar la enseñanza a aquellos.
- Relacionar los contenidos de la asignatura con situaciones reales que conozca el alumnado o con conocimientos anteriormente adquiridos, a fin de suscitar aprendizajes significativos.
- Favorecer la búsqueda de información, el análisis de las fuentes y la contrastación de los datos obtenidos.
- Reforzar positivamente al alumnado, alabando su esfuerzo, sus logros, sus actitudes positivas, su manera de proceder…
- Conceder mayor importancia al proceso que al resultado, enseñando a los estudiantes a aprender tanto de los aciertos como de los errores.
- Establecer un clima de confianza, seguridad, aceptación, apertura, diálogo, cooperación…
- Favorecer la autonomía e independencia del alumnado.
- Compartir con el alumnado pensamientos, sentimientos y acciones.
- Aplicar diversas técnicas de atención a la diversidad.
- Favorecer la educación intercultural, enseñando al alumnado a valorar todas las culturas, compartiendo aspectos universales.
- Desarrollar en el alumnado valores que van a determinar las relaciones interpersonales: respeto, aceptación, cooperación…
- Evitar (o mejor, desterrar) la discriminación en el trato.
- Proponer distintos tipos de agrupamiento y de dinámica de grupos en el aula.
- Utilizar las nuevas tecnologías (pizarra digital, correo electrónico, aulas virtuales…) junto a las viejos recursos (la mayéutica, el diálogo, las exposiciones orales del profesor…)
4.3.3 Los recursos metodológicos que podemos usar son, entre otros:
- Exposiciones: lecciones magistrales, en las que se puede utilizar la pizarra digital para focalizar la atención del alumnado en los aspectos relevantes del tema trabajado, y que se van acompañando de preguntas y respuestas, ejemplos de la vida escolar, ideas o vivencias propias de los estudiantes que pueden irse apuntando en la pizarra tradicional y, así, contrastarlas con los nuevos conocimientos presentados.
- Dinámicas de grupo. Un extensísimo y valioso listado de dinámicas que podemos utilizar en el aula, lo encontramos en Pérez, G. (1985: 253-389)
- Trabajo individual y/o grupal de carácter aplicativo: cuestionarios que posteriormente se comparten con el grupo, lectura de textos y posterior debate en parejas o en pequeño grupo, análisis de experiencias, de materiales…
- Actividades con otros agentes educativos: charlas, coloquios, mesas redondas con expertos, asistencia a jornadas…
- Trabajo tutorizado: orientaciones individualizadas o en grupo sobre trabajos que lleva a cabo el alumnado, orientación académica, personal o profesional, asesoramiento sobre prácticas, tutoría virtual
- Aprendizaje autónomo: lecturas personales, búsqueda bibliográfica, análisis de páginas web, elaboración de presentaciones sobre diversas temáticas, realización de trabajos individuales...
4.4. MEDIOS Y RECURSOS
Conviene tener en cuenta que todos los medios y recursos que podemos utilizar son, como su propio nombre indica, medios, nunca fines. Como bien señala García Hoz (1988) la intuición y la experiencia personal dan vida y calidad humanas a las normas tecnológicas y éstas, a su vez, depuran y refuerzan la acción del buen sentido práctico. El conseguir una enseñanza de calidad requiere, no sólo del uso de técnicas apropiadas, sino, principalmente de una postura ética ante el mismo acto de educar.
En la enseñanza hemos de contar con diversos medios o recursos que podemos clasificar de la siguiente manera:
Recursos Humanos: a mi modo de ver constituyen el principal recurso. Dentro de esta categoría, cabe citar, en primer lugar al propio alumno. Hemos de ser muy conscientes que ante nosotros, docentes, se encuentra no “un alumno”, sino “un ser humano”, con un mundo de experiencias e inexperiencias, con ideas acertadas y/o erróneas, con sentimientos, con deseos o no de aprender, con necesidad de desarrollarse, de crecer, de compartir, de querer. Saber contactar con él, motivarlo y querer acompañarlo en su proceso de desarrollo es un primer requisito para conseguir involucrarlo en su propio crecimiento, haciendo que verdaderamente se convierta en protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje. Siguiendo con los recursos humanos, está el grupo de iguales o grupo-clase. Los compañeros ejercen una influencia muy poderosa en cada estudiante. Por ello conviene que el docente sepa cómo sacar el mejor partido del grupo, planteando tareas a realizar conjuntamente, enseñando a convivir, a respetar, recurriendo a la figura del “alumno-tutor”, planteando en clase experiencias que requieran la participación de todos, la ayuda de unos a otros, la comunicación eficaz entre los miembros… Por otra parte, está el profesorado. Son muchos los autores que han escrito sobre las cualidades o capacidades que debe tener el “buen profesor” (Cano, E., 2005). A la hora de desarrollar el curriculum, el perfil del docente resulta fundamental. No se educa de igual forma desde una postura academicista que desde una tecnológica o práctica o crítica o humanista. Sea cual sea la posición que adopte, se trata de otro “ser humano” que con su ejemplo, su entusiasmo o falta de él, su forma de hablar y de tratar al alumnado, su originalidad y creatividad o falta de ambas, su formación y su ilusión o desidia, va a influir decisivamente en la manera en que los estudiantes se acercan al conocimiento (a veces deseándolo y otras rechazándolo). Además de los docentes, los familiares son otro recurso humano importantísimo en educación. Es necesario que, en la medida de lo posible, se establezca un nexo entre la institución escolar y la familiar para que se sigan unos mismos criterios educativos o, al menos, para que uno cuente con el apoyo del otro. También es conveniente que conozcamos o tengamos información sobre la familia de la que procede cada uno de nuestros alumnos, esto nos ayudará, en ocasiones, a comprenderle mejor. En definitiva, cualquier miembro de la comunidad puede, en un momento dado, ser considerado “recurso humano” en el proceso formativo (desde el conserje del centro, por poner un ejemplo, hasta los vecinos del barrio o algún profesional o experto que acude al centro o que se relaciona con nosotros y que interviene en el desarrollo del alumnado).
Recursos materiales. En el presente manual se ofrece un capítulo dedicado a los recursos materiales. Remitimos a él al lector. Solamente indicaremos que existen muchas clasificaciones de los materiales, según los diversos autores, si bien nos parece acertada la división en “materiales que utilizan el papel como soporte” (libros de texto a manuales, libros de consulta, libros de imágenes, textos legales, folletos, periódicos, revistas, guías didácticas…) y “materiales que utilizan soportes distintos al papel” (Vídeo, CD Rom, Internet, DVD, Diapositivas, Retropoyector, magnetófono, objetos tridimensionales artificiales o naturales, materiales de desecho, etc.).
Recursos espaciales. Nos referimos a lugares o espacios utilizados para la educación, que pueden hallarse dentro del centro (salas de usos múltiples, patios, sala de informática…) o fuera de la institución escolar (teatros de la ciudad, cines, el Auditorio, otra localidad, una Granja-Escuela, la playa, la montaña, etc.).
Recursos organizativos. Resulta de especial interés organizar correctamente el espacio y el tiempo. En el aula, si el mobiliario lo permite, podemos realizar numerosos cambios en la disposición de mesas y sillas, que nos facilitan la realización de actividades como: mesa redonda, asamblea, trabajos por parejas, por pequeños grupos… Por otra parte, conviene que el material esté al alcance del alumnado, que participen en la decoración del espacio compartido y en la normativa que rige la convivencia, la cual se expondrá en lugar visible. En cuanto al tiempo, se programará respetando el horario global del centro y se procurará asignar tiempos a las diversas tareas. Resulta muy útil llevar a cabo una temporalización de los contenidos que hemos de enseñar y hacer una previsión de las técnicas que vamos a emplear en las distintas clases. De esta manera podremos preparar con antelación los materiales que vayamos a precisar, según la técnica que apliquemos. De igual forma, se asignarán tiempos de tutoría y de coordinación con el resto del profesorado y con los familiares.
De todas formas, como indicábamos anteriormente, las programaciones han de ser abiertas y flexibles, ya que se deberán poder adaptar a las situaciones imprevistas. Aún así, si programamos el proceso de enseñanza-aprendizaje, tenemos muchas más posibilidades de hacerlo bien, que si nos dejamos llevar por la improvisación.
4.5 EVALUACIÓN.
El último de los elementos del curriculum que nos queda por analizar es la evaluación, pero no porque digamos “último” significa que se deba aplicar cuando haya terminado todo el proceso. Este es un grave error que, en la actualidad siguen cometiendo muchos docentes: evaluar al final de algún proceso educativo (mensual, trimestral o anual), mediante algún examen o control, como únicas formas de valorar lo que el alumnado ha aprendido.
La evaluación, tal como indican las principales leyes educativas, ha de ser continua, global y formativa. Esto quiere decir que debemos estar evaluando siempre (continua), atendiendo a todos los elementos del curriculum (global), a fin de poder ir realizando las modificaciones que sean necesarias, para mejorar la calidad de lo que hacemos, dando nueva forma al curriculum (formativa) o congratulándonos en el caso de que todo esté saliendo bien y tanto alumnos como profesor estén disfrutando del trabajo que realizan juntos.
Podemos distinguir tres momentos evaluativos:
- Evaluación inicial: la llevaremos a cabo al principio del proceso de enseñanza – aprendizaje, es decir, a principio de curso, o a principio del desarrollo de una unidad didáctica, o en el momento en que aparece un estudiante nuevo. Con esta evaluación lo que hacemos es detectar los conocimientos previos del alumnado, conocer sus intereses y necesidades y suscitar motivación hacia los contenidos que vamos a tratar. La podemos realizar a través de preguntas, suscitando una “tormenta de ideas”, mediante una asamblea en la que se pide opinión, o a través de cuestionarios, si bien estos resultan más fríos que el diálogo abierto entre todos.
- Evaluación continua: como ya indicamos se lleva a cabo durante todo el proceso de enseñanza – aprendizaje y ha de servirnos para revisar el funcionamiento del curriculum en todos sus elementos: objetivos, contenidos, metodología, actividades, recursos… Para valorar el proceso podemos recurrir a la observación sistemática, a valorar las producciones del alumnado (trabajos, ejercicios orales, escritos), a cuestionarios o entrevistas, y no sólo se tratará de evaluaciones que realice el profesor, también podemos recurrir a la auto-evaluación y a la evaluación de iguales.
- Evaluación final: tiene por objetivo el control de los resultados del aprendizaje, permitiendo determinar si se han conseguido o no. La información que suministra también puede ser utilizada para reorientar y mejorar el proceso de aprendizaje y para detectar necesidades específicas que pueden requerir una intervención pedagógica individualizada (Monclús, A, 2005).
Algunos de los instrumentos que pueden resultar útiles para la evaluación son:
- Listas de control (check-list): Se utilizan para registrar si los objetivos han sido alcanzados o no. Se trata de un cuadro de doble entrada en el que, a la izquierda situaríamos los diferentes objetivos y a la derecha dos columnas (si/no). El registro consistiría en señalar con un aspa qué objetivo ha sido conseguido y cuál no.
- Escalas de estimación: nos indican en qué grado se han alcanzado los objetivos, ya que, al tratarse de una escala, las respuestas están clasificadas en grados, bien de forma numérica, bien de forma cualitativa (5, 4, 3, 2, 1 / muy bien, bien, regular, mal, muy mal / siempre, casi siempre, a veces, casi nunca, nunca).
- Registros anecdóticos: nos ayudan a registrar conductas que se salen de lo habitual. Normalmente el profesorado suele utilizarlos ante casos de problema de conducta, con la finalidad de tener constancia por escrito de la conducta problemática de un/a alumno/a. Por nuestra parte, animamos a que se utilicen también para registrar conductas positivas, dignas de resaltar. Consisten en un registro en el que se anota: nombre del alumno, fecha, contexto, hora del día, suceso (en términos observables y objetivos) e interpretación del suceso.
- La carta: es un instrumento apropiado para la auto-evaluación. Se pide a cada estudiante que escriba una carta a su mejor amigo. En ella le ha de contar cómo lleva los estudios, qué le está gustando más, qué le cuesta más trabajo y por qué, qué cosas cambiaría en la asignatura, qué cosas ha aprendido y para qué le sirven…
- Plantillas evaluativas: instrumento muy útil para realizar la evaluación de iguales. Cada alumno anota en una plantilla la valoración que hace del trabajo de sus compañeros (trabajos grupales o individuales), atendiendo a diversos ítems a los que va otorgando una valoración (pueden ser del tipo check-list o escala de estimación).
- Exámenes: pueden ser orales o escritos. Los primeros son también conocidos como “entrevistas”, en las que el docente, a través de preguntas que va haciendo al discente, pretende averiguar el nivel de conocimientos que tiene. Los exámenes escritos pueden ser de tipo test (prueba objetiva) o de desarrollo. Las primeras se pueden realizar solicitando respuestas dicotómicas (si-no, verdadero-falso) o respuesta múltiple (a, b, c, d). Las de desarrollo se pueden realizar con preguntas cortas o preguntas largas, como prefiera el docente, según lo que quiera desarrollar en sus alumnos. También pueden ser mixtos: una primera parte objetiva y una segunda de desarrollo.
Para aumentar los conocimientos sobre instrumentos de evaluación, aconsejamos consultar Rodríguez, J.L. (1980) y Bernardo, J. (2004: 243-307), donde el lector encontrará numerosas técnicas para evaluar contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y muchos instrumentos útiles para evaluar.
Resta comentar que la evaluación no sólo ha de versar sobre el alumnado y los conocimientos, destrezas y actitudes que ha adquirido a lo largo del proceso, sino que debe abarcar a la totalidad del curriculum. Por ello, se revisarán los objetivos (si son adecuados o resultan complejos o, por el contrario, demasiado fáciles de conseguir), los contenidos (si se adecuan a los intereses, necesidades y edad del alumnado, si son significativos, realistas, útiles, funcionales…), la metodología empleada (si está siendo apropiada o conviene introducir dinámicas diferentes), los recursos (si están en buen estado, son accesibles, si permiten trabajan cómoda y autónomamente al alumnado). El docente evaluará también su propia actuación, su preparación, su puesta en práctica… habrá de estar atento a los efectos que tienen, sobre su alumnado, su actuación, su forma de comportarse y de ser, para poder ir modificando todo aquello que sea necesario. No hay que olvidar la fuerza educativa que tiene el “buen ejemplo”. Si queremos formar personas plenas, responsables, y comprometidas, hemos de empezar por practicar con nosotros mismos. Así, en la medida en que sepamos auto-orientarnos, podremos también orientar a los demás. Que ningún docente piense que está exento de ello. La función orientadora es inherente a la función docente (LOGSE, Art. 60). No estamos fabricando tornillos, estamos formando personas y ésta es una tarea delicada, maravillosa, que nos compromete como seres humanos y nos lleva a reflexionar sobre el mismo fenómeno de la educación y a planificar con esmero aquello que pretendemos conseguir.
- Evaluación inicial: la llevaremos a cabo al principio del proceso de enseñanza – aprendizaje, es decir, a principio de curso, o a principio del desarrollo de una unidad didáctica, o en el momento en que aparece un estudiante nuevo. Con esta evaluación lo que hacemos es detectar los conocimientos previos del alumnado, conocer sus intereses y necesidades y suscitar motivación hacia los contenidos que vamos a tratar. La podemos realizar a través de preguntas, suscitando una “tormenta de ideas”, mediante una asamblea en la que se pide opinión, o a través de cuestionarios, si bien estos resultan más fríos que el diálogo abierto entre todos.
- Evaluación continua: como ya indicamos se lleva a cabo durante todo el proceso de enseñanza – aprendizaje y ha de servirnos para revisar el funcionamiento del curriculum en todos sus elementos: objetivos, contenidos, metodología, actividades, recursos… Para valorar el proceso podemos recurrir a la observación sistemática, a valorar las producciones del alumnado (trabajos, ejercicios orales, escritos), a cuestionarios o entrevistas, y no sólo se tratará de evaluaciones que realice el profesor, también podemos recurrir a la auto-evaluación y a la evaluación de iguales.
- Evaluación final: tiene por objetivo el control de los resultados del aprendizaje, permitiendo determinar si se han conseguido o no. La información que suministra también puede ser utilizada para reorientar y mejorar el proceso de aprendizaje y para detectar necesidades específicas que pueden requerir una intervención pedagógica individualizada (Monclús, A, 2005).
Algunos de los instrumentos que pueden resultar útiles para la evaluación son:
- Listas de control (check-list): Se utilizan para registrar si los objetivos han sido alcanzados o no. Se trata de un cuadro de doble entrada en el que, a la izquierda situaríamos los diferentes objetivos y a la derecha dos columnas (si/no). El registro consistiría en señalar con un aspa qué objetivo ha sido conseguido y cuál no.
- Escalas de estimación: nos indican en qué grado se han alcanzado los objetivos, ya que, al tratarse de una escala, las respuestas están clasificadas en grados, bien de forma numérica, bien de forma cualitativa (5, 4, 3, 2, 1 / muy bien, bien, regular, mal, muy mal / siempre, casi siempre, a veces, casi nunca, nunca).
- Registros anecdóticos: nos ayudan a registrar conductas que se salen de lo habitual. Normalmente el profesorado suele utilizarlos ante casos de problema de conducta, con la finalidad de tener constancia por escrito de la conducta problemática de un/a alumno/a. Por nuestra parte, animamos a que se utilicen también para registrar conductas positivas, dignas de resaltar. Consisten en un registro en el que se anota: nombre del alumno, fecha, contexto, hora del día, suceso (en términos observables y objetivos) e interpretación del suceso.
- La carta: es un instrumento apropiado para la auto-evaluación. Se pide a cada estudiante que escriba una carta a su mejor amigo. En ella le ha de contar cómo lleva los estudios, qué le está gustando más, qué le cuesta más trabajo y por qué, qué cosas cambiaría en la asignatura, qué cosas ha aprendido y para qué le sirven…
- Plantillas evaluativas: instrumento muy útil para realizar la evaluación de iguales. Cada alumno anota en una plantilla la valoración que hace del trabajo de sus compañeros (trabajos grupales o individuales), atendiendo a diversos ítems a los que va otorgando una valoración (pueden ser del tipo check-list o escala de estimación).
- Exámenes: pueden ser orales o escritos. Los primeros son también conocidos como “entrevistas”, en las que el docente, a través de preguntas que va haciendo al discente, pretende averiguar el nivel de conocimientos que tiene. Los exámenes escritos pueden ser de tipo test (prueba objetiva) o de desarrollo. Las primeras se pueden realizar solicitando respuestas dicotómicas (si-no, verdadero-falso) o respuesta múltiple (a, b, c, d). Las de desarrollo se pueden realizar con preguntas cortas o preguntas largas, como prefiera el docente, según lo que quiera desarrollar en sus alumnos. También pueden ser mixtos: una primera parte objetiva y una segunda de desarrollo.
Para aumentar los conocimientos sobre instrumentos de evaluación, aconsejamos consultar Rodríguez, J.L. (1980) y Bernardo, J. (2004: 243-307), donde el lector encontrará numerosas técnicas para evaluar contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y muchos instrumentos útiles para evaluar.
Resta comentar que la evaluación no sólo ha de versar sobre el alumnado y los conocimientos, destrezas y actitudes que ha adquirido a lo largo del proceso, sino que debe abarcar a la totalidad del curriculum. Por ello, se revisarán los objetivos (si son adecuados o resultan complejos o, por el contrario, demasiado fáciles de conseguir), los contenidos (si se adecuan a los intereses, necesidades y edad del alumnado, si son significativos, realistas, útiles, funcionales…), la metodología empleada (si está siendo apropiada o conviene introducir dinámicas diferentes), los recursos (si están en buen estado, son accesibles, si permiten trabajan cómoda y autónomamente al alumnado). El docente evaluará también su propia actuación, su preparación, su puesta en práctica… habrá de estar atento a los efectos que tienen, sobre su alumnado, su actuación, su forma de comportarse y de ser, para poder ir modificando todo aquello que sea necesario. No hay que olvidar la fuerza educativa que tiene el “buen ejemplo”. Si queremos formar personas plenas, responsables, y comprometidas, hemos de empezar por practicar con nosotros mismos. Así, en la medida en que sepamos auto-orientarnos, podremos también orientar a los demás. Que ningún docente piense que está exento de ello. La función orientadora es inherente a la función docente (LOGSE, Art. 60). No estamos fabricando tornillos, estamos formando personas y ésta es una tarea delicada, maravillosa, que nos compromete como seres humanos y nos lleva a reflexionar sobre el mismo fenómeno de la educación y a planificar con esmero aquello que pretendemos conseguir.
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